martes, 25 de octubre de 2011

NUEVA VIDA (2) Brasil

Ya he vuelto de mi viaje... Brasil es mejor de lo que me esperaba.

Ahora estoy en el hospital. Dentro de unos días me operan y me han dicho que necesitaré semanas de reposo. Así que he decidido que voy a escribir todo lo que he vivido desde que me enteré de la noticia.

Pues como he dicho, Brasil es, incluso, mejor de lo que me imaginaba. Allí he conocido gente de lo más interesante.

Llegué a Rio y allí me esperaba un coche para llevarme al hotel. Al llegar coloqué mis cosas. Estaba ansiosa por ir a ver la ciudad, pero en la recepción del hotel me habían comentado que no fuese sola. No sabía qué hacer. ¿Tan peligroso era?



Me di una vuelta por el hotel. El hotel estaba situado en el barrio de Santa Teresa y antes de ir estuve investigando. Está en la sección colonial antigua y el hotel es un antiguo rancho colonial restaurado. Lo mejor era la tranquilidad que había, comprado con el bullicio de las calles del centro de Rio.

La mayoría de huéspedes eran parejas. Seguro que muchas vienen de luna de miel, me hubiese gustado compartir este viaje con alguien especial, pero no tengo a nadie así en mi vida, pensé.

Al final hice caso a los chicos de recepción y me quedé en el hotel. Creí que sería más seguro y el hotel tenía muchas cosas para que me divirtiese. ¿Cómo se divierte una persona sola? Esto de hacer un viaje en solitario no creo que fuese buena idea.

Este era mi primer viaje en años, además de mi primer viaje sola y en un país extranjero.

La enajenación del primer momento despareció y poco a poco empecé s ver los contras de aquel viaje en solitario. Lo primero lo sola que me iba a encontrar, lo segundo lo desubicada que me sentía, lo tercero el idioma ( pero si yo no sé ¡brasileño!), cuarto lo sola que me iba a encontrar.... Perdón, eso ya lo había dicho, pero es que sentí un gan vacío. No soy de salir mucho y menos a un país que no conozco, sola y sin nadie que esté conmigo.


Solo he hecho tres viajes en mi vida. El primero lo hice con 15 años, con mis padres y mi hermano. Nos fuimos los cuatro a Alemania. A mi padre le encanta ese país, incluso estuvo viviendo de joven. Después me fui de viaje con mis amigas, tenía 21 años y queriamos celebrar la soltería. Nos fuimos un verano a las islas griegas. La verdad es que yo no me lo pasé como ellas, bebiendo y de fiesta por la noche y durmiendo por el día. Aproveché a visitar todos los lugares y tomar el sol en la playa con un buen libro. Aunque sé que siempre pensaron que era un muermo me daba igual. No quería ir a esos sitios a que los tios me sobaran. Nunca lo he soportado. El tercer viaje que hice fue con un chico. El único con el que he estado. Se llamaba Adri y me divertí mucho con él durante los tres años de nuestra relación. Nos fuimos a Italia, a la región del Véneto. Un viaje a diferentes ciudades. La que más me gustó fue Verona. La ciudad de Romeo y Julieta. Allí pasé un día inolvidable. Tenía 28 años. Un año después rompimos y no he vuelto a salir con nadie.

Puedo deciros, por si os interesa que Adri me dejó al año siguiente, por que decía que quería vivir más la vida y que yo no era de esas. Todavía estoy pensando qué significa : no eres de esas.

Vuelvo a Brasil.

Me encerré en la habitación durante toda la mañana. Pero ¿Qué he hecho? Y si la enfermedad se agrava y me muero aquí, ¿Cómo se enterará mi familia? Estoy loca, tengo que volver y ponerme en tratamiento. Seguro que si le lloro al médico no tendré que esperar mucho para la operación. Llamaré a la compañía aérea.

Empecé a pensar que toda esta aventura que quería hacer para recuperar el tiempo perdido era una locura. Viajar sola es de valientes y nunca me he considerado estar en ese grupo.

Por suerte toda la conversación que tuve conmigo misma en voz alta la escuchó la pareja de la habitación de al lado. Preocupados, me llamaron a la puerta.

Se llamaban David y Ángel. Eran pareja, hacía dos días que se habían casado y querían pasar su luna de miel en los Carnavales. Ángel era un chico tierno y amable que me acompañó al baño para que me mojara la nuca. Después los dos me convencieron de que me pusiera el bañador y nos fuimos a la piscina del hotel. Pero no tenía muchas ganas de sol. David me llevó al bar chill-out que estaba al lado a beber algo. Quise pedirme un agua, pero él no me dejó, me dijo algo así como que ese viaje era único y no podía desperdiciarlo sin alcohol. Pensé: de perdidos al rio. Voy a hacerlo.

Me bebí mi primera Caipiña. ¡Dios! ¡Que buena!. Una llevó a dos y esas dos a una más. En total tres. En la tercera estaba borracha. No recuerdo mucho, pero según me contaron, me puse a llorar y contarles la patética vida que tenía. David escapó rápido de la conversación. No le culpo, seguro que parecía una loca desesperada. Pero Ángel se quedó conmigo, me llevó a la habitación y cuidó de mi. Desde ese día no me separé de ellos. Fue lo mejor que pude hacer. Seguía haciendo cosas sola, pero cuando se iban a los Carnavales, yo les acompañaba.

Los carnavales.... Que días más maravillosos, que gran fiesta. ¡APRENDÍ A BAILAR SAMBA!, bueno, más o menos. En el "carnaval da rua", conocí a más españoles que estaban de fiesta. La verdad es que no me lo había pasado tan bien en la vida. Estaba lleno de gente, de todo el mundo.
Salíamos por la mañana, intentábamos no irnos tarde a la cama, pues las ruas empiezan temprano y las primeras son de las mejores que hay. A media mañana siempre íbamos a comer algo, aunque algunas veces comiamos de los carritos ambulantes. No me creo lo que llegué a comer. Yo nunca había probado una comida tan sabrosa. La verdad es que la dieta estricta me la salté a propósito. Si me voy a morir, prefiero que sea comiendo comida asquerosa con calorias, pero que está buenísima. Y lo mejor, los caipiriñas. La bebida del año.

Un día me perdí entre la multitud. Había mucha gente y no sabía como volver. Estaba un poco desorientada. Unos chicos me llevaron a un lugar un poco apartado. Voy a ser sincera, pensé que me iban a violar o a robar. Pero lo único que querían era ayudarme. Darme agua para hidratarme y que descansara en un lugar tranquilo. Uno de ellos se ofreció a llevarme en su moto hasta el hotel. Me sentí muy avergonzada por pensar así de ellos.

Cuando los Carnavales terminaron, mis queridos nuevos amigos tenían que volver a España. Pero antes de irse, Ángel y David me hicieron un regalo maravilloso. Me regalaron un día en el spa del hotel a todo lujo.

Cuando me despedí de ellos no podía parar de llorar.

- Os echaré de menos... Creo que sois unas grandísimas personas. Gracias.
- Guapa. Tienes que desmelenarte con la gente, como hiciste con nosotros, puedes vivir una maravillosa aventura. Tienes que divertirte y pasarlo bien, y sobre todo, cuando vuelvas llámanos, por que queremos ir a verte. No te preocupes por lo que tienes. La medicina avanza muy rápido.
- Lo sé. - La verdad es que no pensaba como él. La medicina puede avanzar rápido. Pero no creo en los milagros. - Os deseo lo mejor chicos.


Me pasé un par de días sin salir del hotel. Tenía que armarme de valor a salir sola. Y así lo hice. Un día me levanté, fui a desayunar y salí del hotel. Sin pensarlo. Si lo pensaba me volvía corriendo. Delante del hotel había una parada de un tranvía que pasaba cada día y que me dejaba en la ciudad. Me llevé un pequeño diccionario y me fui a la aventura. Pensé que si posía hacer eso sola, podría con todo.

Cuando llegué al centro estaba plagado de turistas. Pero yo no quería estar en los lugares turísticos. Me metí por las calles de los alrededores. Quería saber lo que era la vida allí. Me metí en un bar que no tenía mala pinta. Al principio la gente no le gustó mucho mi presencia, pero en una de las mesas estaban los chicos que me habían ayudado días antes. Me acerqué a ellos y les dí las gracias. Me dejaron que me sentaran y les pedí que me dijeran donde podía ir. Los tres hicieron algo mejor, me acompañaron a una favela. Las favelas son lugares que es mejor no pisarlas, están lejos del turismo. Son los lugares donde están las chabolas, donde se trafica sin problemas y domde la pobreza está al orden del día.

Pero ellos me llevaron a la favela Tabares Basto, que en los últimos años había cambiado mucho y donde sí podías caminar sin miedo a que te disparen o te roben. Conocí a varios artistas callejeros. A cual de ellos mejor. Pasé un día en medio de la cultura brasileña.


Estos chicos me acompañaron durante todo el día y me dijeron donde podía hacer turismo sin estar propiamente en la ciudad. Al despedirme de ellos, uno de los chicos se ofreció a llevarme al día siguiente a hacer montañismo urbano por los alrededores. Fue espectacular. Cada día me enamoraba más de todo aquello, de la gente maravillosa y de lo bien que me salía todo.Pasé dos semanas maravillosas, un día en la playa de Copacabana, otro día fui a ver como hacían surf, otro me llevaron a hacer montañismo (no lo había pasado tan bien y tan mal al mismo tiempo).

Pero en el fondo, no podía dejar de pensar en mi familia y mis amigos. No les había dicho nada de por qué me iba, qué me pasaba, pero no estaba preparada.

Unos días más tarde, en el hotel, conocí a un grupo de chicas que estaban haciendo una ruta y venían de estar unos días en Cuba.

- Si no has estado tienes que ir. Es precioso, la gente maravillosa y hay sitios únicos.

Pensé: ¿Por qué no? Estaba pensando en volver, pero nada me retiene en España. Puedo volver cuando quiera y una oportunidad como esta no se presenta todos los días.

Después de cenar en el restaurante del hotel, las chicas me invitaron a salir con ellas. Me llevaron a una disco de la que les habían hablado. Me dejé llevar. ¿Yo?, la muermo número uno, bailó, bebió y se divirtió. Ya no me importaba mucho nada. Cuando en mi mente aparecía la palabra familia, amigos o enfermedad, me iba de fiesta, me tomaba unos chupitos o me bebía unas caipiriñas y dejaba de pensar en ello. Solo quería divertirme, ya que no sabía cuando tendría que parar.


Al día siguiente llamé a la compañía aérea y saqué un billete de ida a Cuba, dos días más tarde. Las chicas me dieron el nombre del hotel donde estuvieron.

Mañana os cuento más. Ahora lo siento, pero estoy cansada y debo dormir. Espero que os haya gustado mi aventura en Brasil.

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